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Iñigo Ayllón (Máster en Derecho de los Deportes de Montaña. Técnico Deportivo en Media Montaña y miembro del Comité de Seguridad de la FEDME)

Cuando volvamos a salir a la montaña todo habrá cambiado. Cuando volvamos a salir a la montaña todos habremos cambiado.

Tras varias semanas de confinamiento por la pandemia del coronavirus, nuestras ganas de salir están disparadas. Todos queremos socializar, abrazarnos, juntarnos con nuestra gente amada, celebrarlo y disfrutar la recuperación de nuestra pequeña libertad. Y una buena cantidad de personas querremos celebrarlo también con aquello que nos apasiona, que nos colma de alegría y que nos extasía a cada momento. Realizar actividad física en la naturaleza: correr, andar, montar en bicicleta, hacer fotos, volar, escalar, compartir un bocadillo o media barrita, encordarnos, el tacto de la roca, el sonido de los esquís o los crampones en la dura nieve de la madrugada, la sensación del viento en la cara, los verdes de esta primavera angustiosa, el lactato acumulándose en nuestros músculos, los sonidos del bosque en nuestros oídos, la sensación de incertidumbre ante las dificultades del camino…

Pero ese medio natural habrá cambiado y nosotros también.

Llevamos días y días con una actividad física diferente a la habitual. Sin caminar por pendientes pedregosas, sin evitar las raíces de los árboles, sin adaptar el paso a nuestra respiración ni al ritmo de los compañeros de actividad. Nuestro equilibrio y nuestro instinto están adormecidos. Adormecidos y ocultos bajo las ganas de llegar al monte. Llevamos semanas sin ponernos una mochila, sin calzarnos las botas, las zapatillas o los pies de gato.

Hace días que hemos perdido la costumbre de consultar la meteo. No sabemos las condiciones de la nieve, ni la altitud y orientación a la que se encuentra presente.

Pero tenemos muchas ganas de salir. Y tenemos ganas de redescubrir la naturaleza. Una naturaleza que ha seguido su curso, ajena a nuestras miserias. Y que, lo hemos visto en medios de comunicación y redes sociales, ha ido recuperando espacios. Hemos visto a mamíferos explorando nuestros vaciados territorios humanizados y ahora somos nosotros quienes queremos devolverles la visita. Pero, ¿sabemos cómo se encuentra su terreno? ¿Se mantendrán abiertos los caminos o se habrán cubierto de vegetación? ¿Se mantienen las trazas de senderos? ¿Dónde han anidado aves e insectos esta época de cuarentena en las paredes de escalada?

Llevamos días soñando e imaginando los objetivos que queremos cumplir. Llenando nuestras cabezas de imágenes y deseos. Inflando nuestra motivación para los retos a los que aspiramos. Pero primero toca pararse y respirar. Bajar las pulsaciones y dar un paso atrás para coger impulso. Ya no somos los que éramos en marzo de 2020. Pero llegaremos a ser mejores.

Nuestra forma física ha decaído con toda seguridad. Nuestra resistencia está en duda y debemos ser cautelosos con ello al planificar. De igual modo habremos “perdido” algo de coordinación (atención quienes caminan con bastones) y equilibrio (evitar tramos de recorrido abruptos).

Mientras podamos salir solos debemos ser extremadamente cautos en la elección de la actividad, dejar aviso del lugar a dónde vamos y la hora prevista de vuelta (y ceñirnos a ese plan). Primad la actividad en entornos conocidos y con cobertura de telefonía.

Sed especialmente cautos en determinadas actividades en que desconozcamos si hay nieve presente. De igual modo, valorad los posibles daños producidos en instalaciones y anclajes (vías de escalada, cabeceras de barrancos, vías ferratas…) por fenómenos naturales tales como el deshielo, las crecidas de ríos y barrancos, caídas de piedras, etc. Quizás sea necesario llevar algo de material extra.

Prestad especial atención a la recuperación de espacios por la fauna, tanto de mamíferos (osos, jabalíes…) como de aves (nuevos nidos en zonas de escalada), reptiles o insectos (nidos de avispas).

Recordad que hay materiales del equipo que llevamos tiempo sin utilizar y que pueden generar molestias o incluso llevarnos a terminar la actividad de forma prematura (calzado, en especial botas o pies de gato, la mochila, bastones…). Sed prudentes en esta adaptación.

Finalmente, recordaros que el objetivo de estas primeras salidas ha de ser el de redescubrir el contacto con la naturaleza y con el medio en que desarrollaremos futuras actividades. Tenemos que volver a vernos en situaciones que hace semanas nos eran habituales e ir poniendo las bases para los éxitos que llegarán. Movámonos y valoremos, caminemos y comprobemos que la maquinaria funciona y se va engrasando, y sigamos avanzando para conquistar nuestros sueños. Tenemos vida y tiempo.

Fuente: eldiario.es

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