“Un ejemplo positivo de una relación duradera entre los seres humanos y su entorno”.
El alpinismo ha sido declarado este miércoles como Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la Unesco. La decisión fue tomada por un comité especial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura que se reúne desde el 9 de diciembre en Bogotá, la primera capital de Latinoamérica en acoger este encuentro de periodicidad anual.
Nacido en el siglo XIV en los Alpes, el alpinismo, una disciplina que trasciende lo deportivo, había sido propuesto conjuntamente por Francia, Italia y Suiza. Esta actividad “ofrece un ejemplo positivo de una relación duradera entre los seres humanos y su entorno“, subrayan desde la Unesco.
La postulación de esta disciplina para su consideración como Patrimonio de la Humanidad data de 2011, año en que se creó un comité directivo entre franceses e italianos, dos de los países promotores. Suiza se unió luego aportando sus conocimientos en gestión de avalanchas.
ESTILO DE VIDA
En el alpinismo se crean relaciones “a menudo sólidas y largas” entre sus practicantes y que incluyen una “dimensión espiritual y ética”, reza el documento de la propuesta que fue acogida por la Unesco. “Es una manifestación de la relación compleja entre el hombre, la naturaleza y el universo“, agrega.
En Italia, unas 311.000 personas pertenecen a clubes de alpinismo, mientras que Suiza registra 150.000 y Francia 95.000 afiliados. “Este es un estilo de vida para muchos”, dijo Pierre Mathey, secretario general de la Asociación Suiza de Guías de Montaña. Es “una práctica física con una cultura compartida, un arte hecho de conocimiento, know-how y adquisición de conocimiento sobre el medio ambiente”.
La Unesco recibe anualmente cientos de pedidos de los 178 Estados que ratificaron la Convención para la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial de 2003, pero acepta considerar poco menos de 50 casos cada año. Un comité integrado por 24 países toma la decisión final basado en recomendaciones de los expertos. Si bien el ingreso en esta lista les da un sello distintivo, la declaratoria es solo la parte más visible del proceso, cuyo objetivo final es la protección de la diversidad cultural frente a la creciente globalización.