La Palma, al igual que el resto de islas que componen el archipiélago Canario, ha sido, es y será enclave emblemático para montañeros y montañeras de todo el mundo.
De ahí, que todas las personas que amamos, disfrutamos y tenemos como filosofía de vida el medio natural, con sus laderas, volcanes, ríos, cascadas, montañas y cimas… tengamos desde el domingo 19 de septiembre el corazón encogido y la mente puesta en esa isla bonita, como la llaman tan acertadamente.
Ese día la madre tierra rugió… los temblores previos ya avisaban a científicos y lugareños lo que finalmente ocurrió; la dorsal fisurada, múltiples bocas mostrando ante cientos de cámaras, emisiones caloríficas, lumínicas y fumígenas. Y tras esa demostración de poderío, lo esperado… lava candente descendiendo en busca del mar.
Cumbre Vieja entró en erupción como volcán vivo que es, con fuerza y explosividad. A sus pies…, cientos de familias palmeras impávidas, asombrando al planeta entero por su templanza, fortaleza y valentía.
Ante el dolor, la pérdida y la incertidumbre habéis marcado un sendero ejemplar. Habéis generado un verdadero río de lava magmática de solidaridad, generosidad y unidad.
Almas entrelazadas… por ceniza, humo y roca.
Personas formando cordada…