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El cartero canario que más alto ha llegado

El cartero canario que más alto ha llegado

Con 8 años subió por primera vez al Teide y ahora, con 51, ha sido capaz de llegar a la cima del Lhotse, en el Himalaya, la cuarta montaña más alta de la Tierra

Con 8 años subió por primera vez al Teide (3.715 metros), un volcán a cuya cima ha regresado más de un centenar de veces en su vida. El orotavense Anto Pérez es un enamorado de los viajes y de las montañas que, desde 1997, cuando convirtió en funcionario de Correos, dedica el tiempo libre que le deja su labor como cartero a recorrer montañas de medio mundo. Y lo ha hecho de forma progresiva, subiendo peldaño a peldaño en la altitud de sus retos. Hasta lograr convertirse, el 16 de mayo de 2022, en el primer canario en coronar el Lhotse (8.516 metros). Y en el tercero que asciende un ochomil, tras el tinerfeño Juan Diego Amador y el grancanario Javier Cruz. Una experiencia difícil de explicar que él compara con «estar en otro planeta».

Su pasión por la montaña «ha sido todo un proceso». Anto Pérez jamás se había planteado subir un ochomil hasta que en 2021 lo intentó en el Manaslu (8.163 metros). «Con 12 ó 13 años empecé a irme de acampada, luego a recorrer otras islas, pero cuando saqué mis oposiciones en Correos, empecé a viajar fuera: primero a Los Pirineos, luego a Los Alpes, más tarde a Sudamérica y, finalmente, al Himalaya. He subido las montañas metro a metro. Antes de este 8.000 ya había subido muchos 5.000 y 6.000, y algunos de 7.000, como el pico Lenin (7.134), en Kirguistán, o el Muztagata (7.509), en China», recuerda.

Tras el intento fallido de coronar el Manaslu, Anto Pérez puso su mirada en el Lhotse y organizó una expedición en la que hizo un primer tramo junto a la montañera de La Orotava Fefi Hernández, que incluyó una caminata de dos semanas por el Himalaya, la ascensión al Lobuche East (6.119 metros) y el recorrido hasta el campo base del Everest, a unos 5.360 metros de altitud. «Un pequeño pueblito donde llegan los yak (bóvidos de gran tamaño y pelaje lanoso) con carga y los helicópteros, y puedes disfrutar de tiendas individuales y otras comodidades», explica Anto Pérez. Cuando Fefi Hernández regresó a La Orotava, con su reto conseguido para visibilizar la labor de Afes y la importancia del cuidado de la salud mental, el cartero canario que más alto ha llegado pasó unas durísimas semanas de aclimatación y preparación hasta alcanzar la cima del Lhotse.

Anto Pérez perdió diez kilos en esta durísima expedición en la que, en el segundo intento de ataque a la cima, tuvo que elegir entre abandonar o utilizar la ayuda del oxígeno artificial, «como más del 90% de las personas que intentan coronar el Lhotse». Dudó mucho, pero tras aceptar las botellas sobrantes de un alpinista japonés accidentado, pudo lograr su objetivo y visibilizar, junto al techo del mundo, la labor de Pichón Trail Project, que pelea a diario contra la esclerosis múltiple.

Muy debilitado por el esfuerzo titánico en el himalaya, Anto Pérez tuvo la mala suerte de contagiarse de Covid al regresar a la civilización, «probablemente en Katmandú». El coronavirus se le complicó y tuvo que permanecer nueve días ingresado en un hospital. Felizmente recuperado, y a punto de regresar a su labor diaria de reparto de cartas y paquetes, este cartero alpinista comparte con EL DÍA una experiencia inolvidable. Un reto para el que se preparó a conciencia, pernoctando los 13 fines de semana del invierno pasado siempre a más de 3.300 metros de altitud.

A Anto le cuesta describir qué se siente más allá de la «zona de la muerte», donde se recomienda pasar el menor tiempo posible, el oxígeno escasea y el cuerpo humano está al borde del colapso. «Es como estar en otro planeta, en otro mundo. Todo va más lento, todo cuesta más. Nunca he estado en el espacio, pero me sentía así. Los movimientos deben ser extremadamente lentos porque cualquier esfuerzo, por mínimo que sea, te deja sin aliento. Ponerte las botas te deja jadeando como si se te fuera la vida».

«Tus pasos son muy lentos y sientes una vulnerabilidad tremenda porque sabes que en ese momento serías incapaz de hacer muchas cosas y que tu capacidad de reacción es mínima. Resulta muy complicado transmitir cómo te sientes a alguien que no ha estado en esa situación. Salimos del último campo a medianoche y no llegamos a la cima hasta las 9:10 de la mañana. Para superar entre 650 y 700 metros de desnivel, tardamos 9 horas y 10 minutos. Eso da una idea de la dureza», explica.

«No puedes comer, tu sistema digestivo se paraliza, y aunque te obligues, el cuerpo sabe que en esa situación es más eficiente tirar de las reservas de tu cuerpo porque no tiene capacidad ni energía para hacer una digestión. A esa altitud (por encima de 7.500 metros) tampoco se puede dormir».

En su aclimatación tuvo que superar en cuatro ocasiones la temida Cascada de Hielo, «un glaciar caótico lleno de peligros, donde escuchas el hielo crujir y desprenderse». Recorrió «prácticamente el 80% de la ruta que siguen los que ascienden al Everest», hasta que su camino se bifurcó en el Collado Sur, a casi 8.000 metros. Es la zona donde se separan los alpinistas que van al pico más alto del mundo o a la cuarta cumbre del planeta. Un paso encajonado, monótono y agotador que lleva hasta una última pared de roca de unos veinte metros que da acceso a una cumbre que «no es la más bonita ni la más cómoda. Apenas caben dos personas. Pero sólo por las vistas del Everest, prácticamente a tu altura, ya vale la pena todo».

Respecto al futuro, Anto Pérez asume que tiene 51 años y que toca pensar en los límites del cuerpo, pero también tiene claro que su vida es «trabajar para viajar y conocer montañas, así que no cierro la puerta a enfrentarme en algún momento a otro ochomil y me gustaría intentarlo esta vez sin aporte de oxígeno».

Fuente: eldia.es

Actividades destacadas por nuestros federados en mayo 2022

Actividades destacadas por nuestros federados en mayo 2022

Durante el mes de Mayo algunos de nuestros federados han realizado actividades en el exterior que merecen ser divulgadas por su importancia.

• JOSE ANTONIO GÓMEZ ha realizado un training en Marruecos en el desierto ZAGORA en
la zona del ATLAS y ascendiendo más de tres +4000 mts. su objetivo final es el ISLAND
PEAK de 6160 mts.en Nepal el próximo otoño.

• FEFI HERNANDEZ, coronó con éxito en Nepal el LOBUCHE PEAK 6119 mts.

• ANTO ILLIMANI, consiguió nuestro cuarto +8000 mts. el LHOTSE 8516 mts.

Desde la Federación Insular de Montañismo de Tenerife – FIMT les damos la enhorabuena y le deseamos éxito en sus próximos objetivos.

ENHORABUENA…

Atentamente,
FIMT

 

El descubrimiento del Everest

El descubrimiento del Everest

La historia que vamos a contar a continuación no está relacionada, ni con el origen geológico, ni con las peculiaridades físicas del Everest, la montaña más alta del mundo. Nuestro propósito es describir las circunstancias que rodearon su descubrimiento o, mejor, el descubrimiento del rasgo que la ha hecho famosa y que no es otro que su altitud sobre el nivel del mar: 8.848 metros, o 8.848´86 metros si hacemos caso de los últimos cálculos, los llevados a cabo entre mayo de 2019 y 2020 por un equipo formado por topógrafos y geógrafos chinos y nepalíes.

Todo comenzó en 1802. En torno a esa fecha, la East India Company ordenó a William Lambton (1753 – 1823), uno de los muchos oficiales británicos que mantenía a su servicio, hacerse cargo de la dirección de un proyecto extremadamente ambicioso y sin precedentes en la historia de la geodesia y la cartografía. La misión que le ordenaron llevar a cabo –y que no llegó a concluir– fue medir una sección de arco del meridiano que atraviesa el subcontinente indio desde un punto situado al este de Kanyakumari, en el sur, hasta Banog, una localidad de Himachal Pradesh situada a los pies del Himalaya. El propósito primordial de esta empresa, bautizada con el nombre de Great Trigonometrical Survey, era calcular las dimensiones exactas de la anomalía geodésica de la Tierra dado que, como ya se sabía por aquel entonces, nuestro planeta no es una esfera perfecta sino un geoide achatado por los polos. Sin embargo, este objetivo iba acompañado de otro no menos importante para los intereses políticos y económicos de los colonizadores europeos: realizar un reconocimiento exhaustivo y cartografiar la totalidad de la superficie de la India hasta en sus menores detalles.

Los trabajos se prolongaron durante más de seis décadas, desde 1802 hasta 1866, y durante todo ese tiempo no se introdujeron cambios en los objetivos, pero si en su organización y en el modo de llevarlos a cabo. Los más importantes tuvieron que ver con la creación de una institución específica para sustituir a la East India Company y con los cambios que se produjeron en la dirección de la misma. La institución a la que se encomendó la conducción y coordinación de todo el trabajo se llamó, y se sigue llamando, Survey of India, y sus principales responsables durante el período que nos interesa fueron tres: George Everest (1790 – 1866), Andrew Scott Waugh (1810 – 1878) y James Walker (1826 – 1896). La actividad de Everest al frente de este organismo se extendió a lo largo de dos décadas, desde la muerte de Lambton en 1823 hasta su jubilación en 1843. En esa fecha cedió su puesto a Waugh que, a su vez, fue sustituido por Walker en 1861.

Como es de suponer, la medición exacta de la altura de las montañas no figuraba entre las prioridades del Survey of India o de sus directores. Seguramente tenían cosas mucho más importantes o urgentes que hacer. Sin embargo, era poco menos que inevitable que las midieran o, incluso, que las ascendieran con el fin de colocar en sus cumbres los teodolitos y los instrumentos de los que se servían para realizar las triangulaciones u otras tareas. Y fue precisamente en el curso de estas operaciones cuando alguien advirtió la existencia de una cumbre más alta, mucho más alta de lo normal o de las que hasta entonces habían aspirado a convertirse en el techo del mundo: Nanda Devi y Kanchenjunga.

Inicialmente y durante varias décadas, la merecedora de este honor había sido la primera, el Nanda Devi, una montaña que, además de ser prominente, era accesible y se encontraba relativamente cerca de Nueva Delhi. Sin embargo, en 1847 los empleados del Survey descubrieron que esta atribución era completamente errónea porque su altitud, 7.826 metros, quedaba muy por debajo de los 8.586 de la otra aspirante, el Kanchenjunga. Aquí no acabó la cosa. Menos de 10 años después, comenzó a abrirse paso la idea de que había una candidata mucho mejor para ostentar el título. Basándose en los registros realizados en 1847 por tres topógrafos de manera independiente (Waugh, Armstrong y Nicholson) en tres localizaciones muy alejadas entre sí y de la observación de las mareas llevada a cabo en el puerto de Karachi en 1851, A. S. Waugh decidió dar un paso adelante. En un artículo fechado en 1856 anunció que la verdadera triunfadora de esta contienda era una cima en la que, hasta entonces, nadie había reparado lo suficiente. La nueva montaña, denominada provisionalmente con los nombres de Pico b, Pico h y Pico XV, se elevaba hasta unos fabulosos e increíbles 8.840 metros. Como la ocasión la pintan calva, Waugh propuso que el pico recibiera el nombre de Everest en honor a su predecesor. Al menos eso es lo que podemos deducir de su propio testimonio: “(…) existe una montaña, probablemente la de mayor altitud de todo el mundo, que carece de un nombre local que podamos hallar (…) en conformidad con el que creo es el deseo de todos los miembros del departamento que tengo el honor de presidir, y para perpetuar la memoria del ilustrado maestro de la investigación geográfica, he decidido que esta noble montaña del Himalaya sea bautizada con el nombre de Monte Everest”. Un apelativo más que añadir a los que ya poseía en nepalí (Sagarmatha), tibetano (Chomolungma) y chino (Zhumulangma).

Fuente: eldiario.es

REUNIÓN CON EL DIRECTOR INSULAR DE CARRETERAS DEL CABILDO INSULAR DE TENERIFE

REUNIÓN CON EL DIRECTOR INSULAR DE CARRETERAS DEL CABILDO INSULAR DE TENERIFE

Ayer día 4 de octubre de 2021 el Presidente de la Federación Insular de Montañismos de Tenerife, D. Humberto Domínguez, junto a la Vocal de Escalada de dicha Federación, Dña. Reyes de Miguel, mantuvieron reunión con D. Tomás García, Director Insular de Carreteras del Cabildo Insular de Tenerife.

El tema principal a tratar fue conocer la situación que afecta a la Escuela de Escalada de Guayte en Santa Cruz de Tenerife, ya que se están realizando labores de mallado en la zona por problemas de seguridad debidos a derrumbes.

El Director Insular nos ha explicado con detalle todo lo relacionado con el expediente y marcado los lugares concretos en los que están trabajando. Nosotros le hemos indicado exactamente dónde está la escuela de escalada, cuántas vías hay y el interés que tenemos por esta única escuela en medio natural y especialmente para niños y niñas en el municipio de Santa Cruz.

La reunión ha transcurrido con total cordialidad y con buenos resultados, ya que aunque efectivamente una parte de la zona de escalada va a quedar anulada por evidentes riesgos de caída de una roca fracturada, ello no ocurrirá con toda ella; según se nos informo la franja de mallado coincidirá bastante con la marcada en la adjunta imagen (Javier Martín Carbajal)

Por tanto tenemos buenas perspectivas para el resto de la zona la cual va a ser valorada e inspeccionada por el ingeniero proyectista de la obra acompañado por la Vocal de Escalada.

Ambas partes tenemos como prioridad asegurar la seguridad para todo el colectivo de montaña y cualquier ciudadano o ciudadana que transite o circule por ese lugar.

Anto afronta su primer ochomil

Anto afronta su primer ochomil

‘Anto’ afronta su primer ochomil

El montañero Antonio Miguel Pérez iniciará el próximo día 30 una expedición en la que intentará ascender sin oxígeno al Manaslu, la octava montaña más alta del planeta

Antonio Miguel Pérez, más conocido como Anto, tiene ya currículum montañero. Este orotavense permaneció durante años fuera del foco mediático y realizando expediciones por su cuenta y sin otro objetivo que disfrutar de ellas. El Muztagh Ata (7.546 metros), en China; el Pico Lenin (7.134), entre Tayikistán y Kirguistán; el Illimani (6.438), en Bolivia, y el Mera Peak (6.479), en Nepal, son las principales cumbres que ha hollado. Hasta ahora. Anto afrontará en quince días su primer ochomil, el Manaslu, en Nepal y de 8.163 metros, la octava montaña más alta del planeta. Será en un reto del modo más autónomo posible (sin oxígeno ni sherpas, los porteadores del Himalaya en los que se apoyan muchas expediciones) y con un trasfondo benéfico.

Los también montañeros Pako Crestas y José María Ponce, catalán y alicantino, respectivamente, acompañarán a Anto Pérez en una aventura que se prolongará entre el 30 de agosto y el 10 de octubre. Sus gastos los ha logrado financiar gracias al apoyo de dos personas que prefieren permanecer en el anonimato. «No buscan ningún beneficio económico ni publicitario; son orotavenses y les hace ilusión que alguien del municipio emprenda un reto de este tipo», explica sobre sus particulares mecenas. La única institución pública que colabora con él es el Ayuntamiento de La Orotava. Esta administración le aportó 1.000 euros que han sido «redirigidos» a un fin de carácter social: confeccionar unas camisetas conmemorativas para venderlas y que el beneficio se destine a la iniciativa que la asociación Pichón Trail Project realiza con enfermos de esclerosis múltiple y sus familiares.

Anto, de 50 años, es un rostro conocido en la Villa por su profesión de cartero, media vida callejeando y tocando en cada puerta. El kilómetro cero de su trayectoria deportiva está, con ocho años, en el Teide. «Mi padre subía porque le gustaba la montaña; lo que pasa es que la gente de aquella época poco tiempo tenía para eso, sino que estaba todo el día trabajando», rememora. «En aquel entonces, él organizó una excursión con la familia y yo subí al Teide por primera vez con ocho años», apunta sobre una jornada de la que guarda un recuerdo «muy bonito». Vinieron después las acampadas con amigos y, más tarde, esos mismos amigos dejando la actividad porque iban cambiando de preferencias vitales. «Poco a poco, los amigos iban teniendo novias y yo me quedé ahí enganchado a la montaña. Al final terminé caminando solo porque la gente se iba yendo para un lado u otro», expresa.

El siguiente paso fue recorrer el Archipiélago y, a continuación, ya en Correos y con un sueldo, empezó a dedicar sus vacaciones anuales a una expedición. «Desde mis primeras vacaciones, todas fueron destinadas a la montaña», precisa. «Empecé a ir a Los Pirineos durante varios años y di después el salto a Los Alpes y estuve haciendo cuatromiles por allí. He ido por escalones, poco a poco. Estuve yendo otros cuatro o cinco años a Sudamérica, a Los Andes, donde están los grandes cincomiles y seismiles. Allí subí seismiles en Bolivia, Chile, Ecuador, Argentina… También fui a África», añade. «Con más confianza y habiendo subido unos cuantos seismiles en Sudamérica, empecé en el Himalaya, que es donde se encuentran las montañas de 7.000 y 8.000 metros. Allí he visitado muchos países: la India, Nepal, Irán, Kirguistán, China…», completa. Por mencionar algunos de sus principales hitos desde el punto de vista deportivo, ascendió al Kala Patthar (5.643 metros), en Nepal; al tanzano Kilimanjaro (5.895), la montaña más alta de África; al Licancabur (5.920), entre Bolivia y Chile; al Acamarachi (6.046), en Chile; al Huayna Potosí (6.088), en Bolivia; al Stok Kangri (6.153), en la India; al Imja Tse (6.189), más conocido como Island Peak, en Nepal; al Sajama (6.542), en Bolivia, y al Llullaillaco (6.739), entre Argentina y Chile. Ahora bien, asegura que los metros no son su principal motivación.

«Mis viajes no son solo la montaña; me gusta meterme en el país. He vivido en Los Andes experiencias muy bonitas, y ya ni te cuento en África… El viaje que hice a Etiopía fue de un enriquecimiento brutal en cuanto a conocer otras culturas», manifiesta. En parte por esa forma de entender el montañismo, y hasta que su amigo José Maza le recomendó que se moviese en las redes sociales (su nombre en ellas es Anto Illimani Mera, en honor de dos de sus principales cumbres), actuó siempre anónimamente.

Una expedición compleja

Esta nueva expedición ha estado marcada por la covid. Anto la tenía prevista para 2020, pero la tuvo que posponer ante las dificultades y los cierres fronterizos. «Los permisos son un poco engorrosos, pero se hacen y ya está; lo peor ha sido la incertidumbre», señala cuando se le pregunta por los preparativos para este largo viaje. «De entrada son dos días de vuelos. La idea es estar en Katmandú dos o tres días para trámites burocráticos, permisos, comprar lo que haga falta… Y después tenemos que hacer un trekking de aproximación a la montaña, que son cinco días caminando por pueblos nepalíes, por el Parque Nacional del Manaslu», relata. Al quinto día, él y sus compañeros llegarán al campo base y, a partir de ahí, serán unos 25 días en la montaña.

Los preparativos los ha realizado, como no podía ser de otra forma, en el Teide. «La intención inicial es subir sin oxígeno y de la forma más autónoma posible», destaca sobre una decisión tomada por motivos económicos pero también porque es como realmente más le gusta la aventura. Es decir, él y sus piolet, los crampones, los mosquetones… y la montaña en estado puro.

Fuente: eldia.es

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