Los biólogos desmitifican ideas sobre los incendios como el efecto de no recoger la pinocha | Mensaje de esperanza: se queman ejemplares, pero la biodiversidad resiste
El incendio forestal iniciado el día 15 en los montes de Arafo y Candelaria ha afectado a más de 14.000 hectáreas –el 7% de la superficie de la Isla– y a casi 90 kilómetros de perímetro, mayoritariamente de bosque, sobre la corona forestal de Tenerife. Hasta ahí lo que ha ocurrido. La pregunta es ¿y a partir de ahora qué? El Día pulsó la opinión de tres expertos. Dos de ellos biólogos, Matías Fonte, decano del Colegio de Canarias, y José Alberto Delgado, jefe de la Unidad de Biodiversidad del Cabildo insular. Completó la terna Chano Gil, montañero, senderista y experto conocedor de nuestra geografía. Fonte establece la recuperación del pino canario, la especie más afectada, en unos siete años, pero el umbral de regeneración para la retama del Teide, cuyo Parque Nacional sufrió una afectación histórica, asciende a un mínimo de veinte. Desmitifican ideas preconcebidas como la relación de la recogida o no de la pinocha con evitar los fuegos en el monte y dejan claro que la biodiversidad se ha visto afectada en parte, pero no está en peligro de desaparición.
Hay coincidencia en que el incendio mermará la capacidad regeneradora de la flora autóctona, afectada por la amenaza que se cierra sobre muchas especies ya desplazadas o muy amenazadas ante el avance de las invasiones.
El incendio perfecto. Matías Fonte-Padilla es decano del Colegio de Biólogos de Canarias. Califica el fuego como “El incendio perfecto”. Incluso entiende que si fue intencionado el autor o autores no podría prever nunca las consecuencias por “la mezcla de condiciones climatológicas (viento, ola de calor…), las del propio fuego y de nuestra orografía”.
Asegura el experto que no es posible una única recuperación porque el incendio afectó a múltiples ecosistemas y a distintos niveles dentro de ellos, además del factor de los típicos microclimas. “No es lo mismo un pino en un barranco que en medianías” señala. Añade: “Ni es igual un pico canario, que se regenera en unos siete años, que otro insigne, importado, que cuando se quema, se acabó”. También distingue entre “el pinar poco antropizado y el producto de una repoblación que en la isla ha sido masiva, con un gran número de ejemplares por metro cuadrado (bosques apretados)”.
Recalca que “la afectación depende de las zonas en cuanto a orientación, altitud y masa forestal”. La conservación tuvo lugar el pasado viernes cuando llovía en la Isla. Valora Fonte: “Es una lluvia suave que ayudará a enfriar los rescoldos, incluso en zonas inaccesibles porque en muchas de las 10.000 hectáreas afectadas en la corona forestal no se podrá llegar, no de hecho se ha llegado nunca. Lo importante ahora es el interior del perímetro, no los bordes”.
Para el biólogo “en Canarias no tenemos cultura forestal”. Recuerda los dos puntos de vista respecto al monte: el de recurso forestal, que se ha perdido, y la conservación como patrimonio natural. Defiende que “aquí hay quemas controladas desde tiempos de los aborígenes. La pregunta es que sin el ser humano habría incendios y la respuesta es que sí, sin control y extendiéndose hasta donde se tuvieran que extender”.
El valor de la adaptación. Valora Fonte la importancia de la adaptación en una Isla llena de endemismos. Señala como la laurisilva y el fayal-brezal, poco afectados por el incendio, humedecen el suelo enriquecido orgánicamente con hongos o bacterias. En cuanto a los pinos “siempre resisten los más fuertes”.
“De forma natural, el pinar estará regenerado dentro de entre siete y diez años. Sin hacer nada porque no se ha perdido todo, solo una parte” sentencia. Además, añade, “la zona no quemada sirve de reservorio biológico para la fauna que pudo huir del fuego (murciélagos, aves…) y las semillas”.
Otra cosa son las especies de alta montaña como las del Parque Nacional del Teide, donde el fuego ha entrado casi por primera vez en la historia reciente. Fonte señala que “retamas o tajinastes se recuperan mucho más lentamente, tardarán décadas o incluso más en volver al nivel en que estaban”. Sin embargo, apunta, el principal problema no son los incendios, infrecuentes, “sino las especies introducidas”, como el muflón, en el Teide, el arruÍ de La Palma o el archiconocido rabo de gato.
La pinocha. Respecto a mitos como el de recoger la pinocha, el profesor opina: “No lo veo un factor determinante. Si está en la orilla de la carretera puede ser combustible para el incendio y hay que retirarla, pero la mayoría del bosque es inaccesible por lo cual nunca se ha recogido la pinocha. Demuestra nuestro escaso aprovechamiento forestal”.
Otro problema son las repoblaciones. Lo resume: “La de los años 80 del siglo pasado se pasó de éxito en el sentido de que esperaban que salieran adelante 40 de cada cien pinos plantados y la proporción fue de 80. Eso ha originado bosques muy densos. La naturaleza busca siempre su camino y de ahí que a esta masa boscosa le afecte más el incendio”.
Fonte cree que hay tiempo de paliar el posible efecto en forma de escorrentías de las lluvias del próximo invierno en las zonas quemadas. Lo argumenta: “Normalmente, aunque con este tiempo cambiante nunca se sabe, llegan en noviembre. Por tanto, hay unos meses, salvo que venga una tormenta tipo Delta, para que la afectación sobre el suelo sea mínima”.
El decano de los biólogos no cree que se pierda biodiversidad con este incendio. Este es un equilibrio entre especies y los ejemplares de cada una de ellas que no creo que se rompa. Sobre todo, por los reservorios biológicos que comenté”.